3 de diciembre, Día Mundial de las Personas con Discapacidad
El 14 de octubre de 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de diciembre como «Día Internacional de la Discapacidad» e hizo un llamamiento a los Estados Miembros para que celebrasen el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con miras a fomentar su integración en la sociedad.
Así, esta celebración anual tiene por objeto sensibilizar a la opinión pública sobre las cuestiones relacionadas con la discapacidad y movilizar el apoyo a la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. También se propone promover la toma de conciencia sobre las ganancias que se derivarían de la integración de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
El tema para el año 2008 es "Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad: Dignidad y Justicia para todos". Como persona discapacitada quiero hacer llegar mi voz y exponer una situación real que, por desgracia, no tiene mucho que ver con los discursos y actividades que posiblemente inunden los medios en esta próxima fecha señalada.
Mi nombre es Vanesa Alonso Antón. Nací en Burgos hace 30 años, y tengo una discapacidad física motora valorada en un 88%. Llevo prácticamente toda mi vida en una silla de ruedas, lo que me ha condicionado no solamente por la imposibilidad obvia de no poder caminar, sino también por las dificultades de desarrollo personal y social, debido, por un lado, a los numerosos obstáculos que me encuentro y, por otro, a la percepción que socialmente se tiene de las personas con discapacidad.
Me dirijo a los medios de comunicación porque después de tanto tiempo intentando buscar soluciones en centros y asociaciones para personas con discapacidad física, donde supuestamente tendría que haber encontrado una solución, no he conseguido nada porque lo que me ofrecen no es para mí (ni estoy senil ni necesito tutela). Así, he llegado a la conclusión de que tengo que dirigirme a otros espacios donde mi voz sea escuchada, y los medios de comunicación son una forma bastante efectiva de llegar a muchísima gente y así poder conseguir lo que necesito. Si no tengo mis necesidades básicas cubiertas, como cualquier persona, no puedo continuar con mi vida, y creo que todavía soy una persona joven con toda la vida por delante.
La no aceptación de mi situación de dependencia física por parte de mi familia me ha acarreado muy graves problemas. La falta de apoyo familiar, aspecto fundamental para una persona con discapacidad, me hizo “emigrar” a otras ciudades con mayor apoyo social para la búsqueda de un empleo, y en consecuencia para poder vivir.
Mi formación académica, por mis circunstancias, está relacionada con temas administrativos, las ocasiones en las que he podido hacer prácticas o trabajar lo he hecho, ya que considero que la mejor forma de aprender es poner en práctica la teoría. Fue en Córdoba donde se me planteó la posibilidad de un empleo, en el año 2003, donde trabajé para el Ayuntamiento de Córdoba como auxiliar de administrativo. Sin embargo, la posibilidad de continuar en dicho empleo se vio frustrada por la falta de vivienda. Después de varias peripecias en una residencia de dudoso funcionamiento, no encontré infraestructura en la que poder vivir, un piso adaptado. Este hecho me obligó a reiniciar un peregrinaje por otras provincias españolas, sin éxito.
Desde que cumplí la mayoría de edad he pasado por diferentes ciudades y situaciones personales, especialmente en los últimos 7 años, y en la actualidad vivo gracias al apoyo de amigos, residiendo en sus casas, acción ésta que lógicamente no puedo prolongar en el tiempo. Ahora vivo en Ontinyent (Valencia), en casa de una amiga, en una vivienda con 13 escalones hasta el ascensor, donde no cabe mi silla, y la casa tampoco es accesible. El tiempo en el que permanezca en este lugar lo desconozco.
En los 12 años que llevo en esta lucha he podido comprobar de primera mano las dificultades burocráticas y mentales existentes que me han hecho sentirme degradada muchas veces. No necesito una residencia donde me aparquen, sino una vivienda accesible para poder ejercitar mis derechos fundamentales como poder acceder a todos los lugares de una vivienda tan básicos como el cuarto de baño, poder entrar y salir de la misma, poder buscar un trabajo y sentirme realizada. En definitiva, tener un sitio estable donde poder ubicarme y sentirme de algún lugar.
En todo este tiempo yo he escuchado a los políticos hablar de leyes que pretenden mejorar la vida de las personas con discapacidad. ¿No hay ninguna ley que me permita tener acceso a una vivienda accesible? Ya sea en el lugar donde estoy empadronada o en cualquier otra ciudad en la que me den facilidades para ello. No estoy pidiendo que me regalen nada, simplemente quiero tener la oportunidad de poder acceder a una vivienda, -adaptada en mi caso- con el condicionamiento económico que el tema implica para cualquier persona, y que mi pensión no contributiva y mis ahorros me lo permitan.
Ontinyent, a 1 de febrero de 2009
Fdo.: Vanessa Alonso Anton
El 14 de octubre de 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de diciembre como «Día Internacional de la Discapacidad» e hizo un llamamiento a los Estados Miembros para que celebrasen el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, con miras a fomentar su integración en la sociedad.
Así, esta celebración anual tiene por objeto sensibilizar a la opinión pública sobre las cuestiones relacionadas con la discapacidad y movilizar el apoyo a la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. También se propone promover la toma de conciencia sobre las ganancias que se derivarían de la integración de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.
El tema para el año 2008 es "Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad: Dignidad y Justicia para todos". Como persona discapacitada quiero hacer llegar mi voz y exponer una situación real que, por desgracia, no tiene mucho que ver con los discursos y actividades que posiblemente inunden los medios en esta próxima fecha señalada.
Mi nombre es Vanesa Alonso Antón. Nací en Burgos hace 30 años, y tengo una discapacidad física motora valorada en un 88%. Llevo prácticamente toda mi vida en una silla de ruedas, lo que me ha condicionado no solamente por la imposibilidad obvia de no poder caminar, sino también por las dificultades de desarrollo personal y social, debido, por un lado, a los numerosos obstáculos que me encuentro y, por otro, a la percepción que socialmente se tiene de las personas con discapacidad.
Me dirijo a los medios de comunicación porque después de tanto tiempo intentando buscar soluciones en centros y asociaciones para personas con discapacidad física, donde supuestamente tendría que haber encontrado una solución, no he conseguido nada porque lo que me ofrecen no es para mí (ni estoy senil ni necesito tutela). Así, he llegado a la conclusión de que tengo que dirigirme a otros espacios donde mi voz sea escuchada, y los medios de comunicación son una forma bastante efectiva de llegar a muchísima gente y así poder conseguir lo que necesito. Si no tengo mis necesidades básicas cubiertas, como cualquier persona, no puedo continuar con mi vida, y creo que todavía soy una persona joven con toda la vida por delante.
La no aceptación de mi situación de dependencia física por parte de mi familia me ha acarreado muy graves problemas. La falta de apoyo familiar, aspecto fundamental para una persona con discapacidad, me hizo “emigrar” a otras ciudades con mayor apoyo social para la búsqueda de un empleo, y en consecuencia para poder vivir.
Mi formación académica, por mis circunstancias, está relacionada con temas administrativos, las ocasiones en las que he podido hacer prácticas o trabajar lo he hecho, ya que considero que la mejor forma de aprender es poner en práctica la teoría. Fue en Córdoba donde se me planteó la posibilidad de un empleo, en el año 2003, donde trabajé para el Ayuntamiento de Córdoba como auxiliar de administrativo. Sin embargo, la posibilidad de continuar en dicho empleo se vio frustrada por la falta de vivienda. Después de varias peripecias en una residencia de dudoso funcionamiento, no encontré infraestructura en la que poder vivir, un piso adaptado. Este hecho me obligó a reiniciar un peregrinaje por otras provincias españolas, sin éxito.
Desde que cumplí la mayoría de edad he pasado por diferentes ciudades y situaciones personales, especialmente en los últimos 7 años, y en la actualidad vivo gracias al apoyo de amigos, residiendo en sus casas, acción ésta que lógicamente no puedo prolongar en el tiempo. Ahora vivo en Ontinyent (Valencia), en casa de una amiga, en una vivienda con 13 escalones hasta el ascensor, donde no cabe mi silla, y la casa tampoco es accesible. El tiempo en el que permanezca en este lugar lo desconozco.
En los 12 años que llevo en esta lucha he podido comprobar de primera mano las dificultades burocráticas y mentales existentes que me han hecho sentirme degradada muchas veces. No necesito una residencia donde me aparquen, sino una vivienda accesible para poder ejercitar mis derechos fundamentales como poder acceder a todos los lugares de una vivienda tan básicos como el cuarto de baño, poder entrar y salir de la misma, poder buscar un trabajo y sentirme realizada. En definitiva, tener un sitio estable donde poder ubicarme y sentirme de algún lugar.
En todo este tiempo yo he escuchado a los políticos hablar de leyes que pretenden mejorar la vida de las personas con discapacidad. ¿No hay ninguna ley que me permita tener acceso a una vivienda accesible? Ya sea en el lugar donde estoy empadronada o en cualquier otra ciudad en la que me den facilidades para ello. No estoy pidiendo que me regalen nada, simplemente quiero tener la oportunidad de poder acceder a una vivienda, -adaptada en mi caso- con el condicionamiento económico que el tema implica para cualquier persona, y que mi pensión no contributiva y mis ahorros me lo permitan.
Ontinyent, a 1 de febrero de 2009
Fdo.: Vanessa Alonso Anton
2 comentarios:
Vanessa, sigue luchando siempre.
Como dices, te -me- queda toda la vida por vivir. No pierdas el tiempo y lucha.
La esperanza es lo que me mantiene viva, y con ganas de dejar de sobrevivir y empezar a vivir sin dejar de intentar conseguir lo basico, que me corresponda, eso vendra cuando por mis propios medios y sin ninguna ayuda social consiga una vienda propia y unos derechos en la ciudad que la consiga.
MUCHAS GRACIAS UN ABRAZO
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